lunes, 13 de octubre de 2008

Porque yo lo valgo...¡nunca más!


Un día decides mandar el pesimismo a freir espárragos y él no te hace ni pizca de caso y cuando te despiertas al día siguiente, resulta que lo tienes instalado otra vez en tu casa. Y durante unas horas te dedicas de nuevo a escucharlo y hasta vas afirmando con la cabeza a todas las cosas que se le ocurren y poco a poco parece que de nuevo quiere reafirmar su sitio en tu vida y notas como se va escurriendo por tu tiempo de esa forma rastrera y serpenteante que tiene por costumbre. A punto de aceptar su inevitable presencia y empujada por sus sibilinas palabras, decides hacer una llamada y la haces como él te dice, con angustia, con miedo y notando como intenta estrujarte la boca del estómago y aplastarte el pecho hasta el ahogo... Y no se equivocó, no. La llamada es tan frustrante como te anunció, tan deprimente como te contó y tan profundamente decepcionante como te repitió hasta la saciedad...
Pero D. Pesimismo no contó con Dª Rabia. Ahí le fallaron los cálculos. En su negatividad se olvidó del poder del despecho y la altivez de tu fuerza.... Y perdió. No tuvo mas remedio que irse, como siempre, con la cabeza baja y mascullando tu ingratitud.
Porque el despecho, amigas y amigos míos, no es bueno en si, pero te da una vitalidad que es la bomba. En principio ya te hace levantar la cabeza en vez de tener arrastrándola por los suelos, luego enciende tu mirada en lugar de esa cosa apagada y amorfa que era hacía solo unos instantes y, por último, te levanta del asiento bien derecha y bien apoyada en los pies y no como estabas, tendida, rendida, arrastrada... El despecho muchas veces es un buen comienzo para largar de tu vida el pesimismo, os aseguro que es una verdad irrefutable.
Y luego estás tú misma (o tú mismo) y tu propia fuerza. Y una vez que estás firme sobre tus pies, con los puños apretados de rabia contenida, entonces... te mides, te calculas y repasas y aprecias lo que eres y sopesas lo que vales. Y te sientes mas firme, mas alta, mas fuerte. Y descansas los puños pero afianzas mas los pies. Y levantas con altivez el mentón y la mirada.
Y la altivez tampoco es buena en si, pero hay momentos en que te regala el orgullo de tí misma, de ser y sentirte como eres y es capaz de llevarte hacia un espejo y conseguir que te contemples y te digas: "Tú vales, vales mucho, mírate bien, ahí estás, con toda tu fuerza y tu coraje, mírate bien, no dejarás que te dañen, no conseguirán dañarte nunca más, nunca más... ¡¡Porque yo lo valgo, nunca más!!"
Y Benedetti...
Yo no te pido
Yo no te pido que me bajes
una estrella azul
solo te pido que mi espacio
llenes con tu luz.
Yo no te pido que me firmes
diez papeles grises para amar
sólo te pido que tu quieras
las palomas que suelo mirar.
De lo pasado no lo voy a negar
el futuro algún día llegara
y del presente
que le importa a la gente
si es que siempre van a hablar.
Sigue llenando este minuto
de razones para respirar
no me complazcas no te niegues
no hables por hablar.
Yo no te pido que me bajes
una estrella azul
solo te pido que mi espacio
llenes con tu luz.