miércoles, 12 de marzo de 2008

Mareas vivas o mas de lo mismo




La ola gigante que asoló Riazor, en A Coruña, estuvo a punto de tragarse también un niño. Fue gracias a un señor que pudo salvarse y hoy se han vuelto a reencontrar.


La verdad es que estas cosas impresionan, sobre todo el que no esté acostumbrado a verlas. Aquí sí que estamos acostumbrados; un año sí y otro también, la mar se lleva por delante trozos del Paseo Marítimo. De hecho, durante el invierno, la arena de la playa se amontona en grandes dunas para intentar evitarlo, pero no siempre es posible.


Ayer por la tarde bajé con mis amigas a tomar un cafetito (descafeinado de máquina, con leche, doble de azúcar y un vaso de agua, es lo que tomo casi siempre). Tenía que pasar por delante del Paseo Marítimo y os aseguro que alucinaba. No, no, no alucinaba por lo que la mar había hecho ¡qué va!, alucinaba con la gente. ¿Pues no había un montón de personas contemplando el desaguisado y mirando al mar? ¿Estarían esperando que llegara otra ola como la del otro día?


Vamos haber, se le dió una importancia exageradísima a lo que pasó, podéis creerme. Y creo que ha sido por el dichoso vídeo que alguien gravó cuando estaba pasando casi todo. Otra cosa no lo entiendo. Seamos coherentes, esas cosas han pasado en A Coruña toda la vida, ahora quizá no tanto desde que se rellenó la playa y se hizo el Paseo, pero ¿antes? Antes era absolutamente todos los años. Y lo recuerdo bien porque yo viví casi toda mi vida frente a la playa (es algo que hecho de menos, ahora estoy casi enfrente del cementerio, creo que ya os dije), en una calle corta y perpendicular a ella. Recuerdo perfectamente ver llegar las olas hasta el portal de mi casa e inundarse todos los establecimientos que había en la zona. Durante días y días parecía que andabas por la mismita playa, de la arena que no dejaba de subir. Y lo mismo ha ocurrido ahora, ni mas ni menos.... ¡Tampoco es para tanto!.... ¿Coches arrastrados? Pues claro, siempre. ¿Personas arrastradas? Pues evidente, si es que son tan idiotas de no largarse de allí, claro; ¿no es curioso que a los que vivimos siempre frente a la playa nunca nos pasó eso? lógico, sabíamos de sobra que pocas bromas cuando la mar se pone así.


Fueron las mareas vivas. Los del Mediterráneo no conocen este fenómeno, porque no hay mareas por ahí. Pero aquí, en Galicia y en todo el Norte, las conocemos bien, pero que muy bien. Y claro, si se juntan las mareas vivas con bajas presiones y esas cosas, la gran ola que sale cada 6 u 8 horas (no recuerdo bien ahora) se multiplica consigo misma, lógico.


La verdad es que, repito, no se a qué viene tanto asombro.


Claro que también es que hay gente para todo, eso es verdad. Hace unos cuatro años, en las mareas vivas de verano y paseando yo por encima de la playa, veo dos chicos ¡¡bañándose!! A gritos que los llamé. Ni caso que me hicieron. Y llamé a la policía ¡Y menos mal! porque cuando llegó la policía, ya no podían salir del agua.... No eran de aquí, claro, evidente; a nadie de aquí se le ocurre meterse en la mar cuando está brava y menos todavía en plenas mareas vivas, que tienen un arrastre de fondo que no os podéis imaginar.


La mar es muy bonita, es un gran espectáculo tanto si está en calma como brava. Pero tienes que amarla sin dejar jamás de respetarla, porque ella tiene un tributo que se cobra siempre, ineludiblemente. Y eso hay que saberlo. Y respetarlo.