domingo, 24 de febrero de 2008

Mis compañeros






Mis compañeros, mis amigos mas fieles, Nika, Pancho y Niko.


De Nika no tengo fotos para poner aquí y enseñaros lo maravillosa que era, preciosa y obediente...pero solo conmigo. Era un cruce de labrador y pastor alemán, pero el resultado fue magnífico: grande, blanca, estilizada, elegante... Pero su cariño hacia mí se hizo tan enfermizo que, cuando quise darme cuenta, no soportaba que nadie estuviera a mi lado; empezó gruñendo a todo el mundo que se me acercaba, después ya tenía que sujetarla fuerte y acabó mordiendo incluso a mis hijos. La veterinaria ya me había avisado del peligro y no quise hacer caso, pero el día que mordió a mi hija Lorena en la mano derecha y no pudo hacer un examen en la Facultad, ese día comprendí que el resultado era irremediable. La veterinaria me dijo que no era perra para ceder ya a nadie, que los cruces en estos perros no son buenos y si la llevaba a la perrera municipal era como si la matara de pena.... Y tomé la decisión que era la correcta pero la que mas me hizo daño......... Se puso una fecha........ El día anterior bajé como siempre con ella a pasearla por la playa de Riazor. Estuvimos allí casi toda la tarde y hasta entrada la noche, las dos solas............ Al día siguiente me fui con ella a la veterinaria, yo sola, no quise que nadie me acompañara. Era mi perra, mi Nika y era yo la que iba a estar con ella. Iba feliz a mi lado y a mi las lágrimas no dejaban de caerme, solas y en silencio. Cuando llegó el momento, me abracé a ella y le susurré palabras de cariño... Lamió mis lágrimas y sus ojos estuvieron fijos en los míos hasta que dulcemente se cerraron........... Nunca podré olvidarla.


Después vino Pancho, un yorkshire mini, pero mini del todo, de mas o menos 1Kg. .... Un juguete precioso, cariñoso, mimoso, juguetón....y un viciosillo. Desde que tuvo mas o menos un año cogió por banda un peluche que le había comprado y lo montaba, como si fuera una perrita, unas dos o tres veces al día. Mi hijo pequeño Héctor (ahora 20 años), se ponía atacado de los nervios, sobre todo cuando estaba comiendo o cenando..."Sácalo de ahí de una vez, que no hay manera de comer así... Parece un pervertido..." Sigue exactamente igual. Siempre dió unos saltos enormes, como si tuviera un resorte en las patitas, sin moverse del sitio, arriba y abajo, es cómico verlo, de verdad. El pobre tuvo una caída un poco tonta y se le rompió una patita; hubo que operarlo y andubo durante un mes con unos hierros sujetándole su pequeñita pata. Mas adelante lo atropelló un coche, pero también sobrevivió, aunque ahora tiene las caderas un poco fastidiadas. Cuando me fuí a Mallorca, quedó con mi hijo mayor Mauro y mi nuera Inés.... Y ahora es la sombra de Inés... ¡Ni se me ocurre tan siquiera insinuar que quisiera tenerlo ahora conmigo! No sería justo ¿verdad?


En Mallorca llegó Niko, mi amado y siempre añorado Niko. Nos lo dieron con ya 4 años y le puse Niko de nombre en recuerdo de ella, de la primera, de Nika. Niko es un labrador de raza pura, con clase, con prestancia, bueno como un pedazo de pan, cariñoso como ningún otro, feliz y mimado, pero muy bien educado. Me llenaba de besos, me traía sus juguetes para que jugara con él; cuando iba a pasear por el campo lo soltaba de la correa y corría feliz, pero nunca se alejaba demasiado; a veces me escondía y al principio quedaba mirando como desconcertado y luego venía corriendo a donde yo estaba escondida; ponía sus patas en mis hombros y era como si me abrazara; cuando yo estaba sentada, ponía su cabeza descansando en mis piernas..... Pero me tuve que venir y tampoco era justo traerlo y meterlo en un piso chiquito cuando él está acostumbrado a los grandes espacios. Cambié la titularidad del dueño, lo puse a nombre del que hasta entonces había sido mi pareja y lo dejé con él. Se que está bien, que lo quieren mucho. Y eso es bueno y me deja tranquila. Pero yo no puedo olvidarlo. Lo hecho mucho de menos, mucho, muchísimo. Y cuando miro sus fotos, se me pone un nudo en la garganta.

Ahora quisiera otro compañero, alguien con quien estar, que me haga compañía, que pueda cuidar.... pero de cuatro patas. Estoy meditando la posibilidad de tener otro perro a mi lado, uno no grande, mas bien pequeño, como el ático donde vivo. Ellos no engañan, son fieles con quien los cuida y les da de comer.

Quizá me decida. Quizá lo encuentre, quizá nos encontremos.